Reflexionando sobre la actividad propuesta para el módulo, llegué a la conclusión que en mi caso en particular, coexisten dos escenarios muy distintos, uno para cada una de mis actividades profesionales.
Desde hace siete años trabajo en forma independiente como traductora. En esta profesión, los cambios generados a partir de la introducción de las TICs han sido asombrosos. Cuando inicié mi carrera profesional, el correo electrónico, y especialmente Internet, eran “artículos de lujo”. Los textos que debía traducir me llegaban en papel y usaba un procesador de textos para realizar la traducción. Ante una palabra desconocida, recurría a mis diccionarios y si no la encontraba, tenía que consultar alguna biblioteca (Colegio de Ingenieros, Facultad de Derecho, etc.). Además, no teníamos forma de verificar que esos términos que encontrábamos en diccionarios, muchas veces antiquísimos y generados en otros países, fueran correctos o se utilizaran dentro del ámbito de los posibles lectores del texto traducido.
Sólo se necesitaron un par de años para que la manera de manejarse a nivel profesional diera un giro de 180 grados. En mi caso en particular, a partir del año 2002 los documentos en papel prácticamente desaparecieron. Los clientes envían sus traducciones por correo electrónico y se envía el trabajo terminado por el mismo medio. Es muy poco frecuente conocer en forma personal al cliente que te envía un trabajo de traducción. Los intercambios son siempre por correo electrónico, llamadas telefónicas, y cada vez más con mensajería instantánea o Skype. El acceso a Internet de banda ancha también eliminó prácticamente toda frontera o limitación geográfica. En la actualidad, el 90 % de mi trabajo es para agencias del exterior y mantengo una comunicación tan fluida como si estuvieran a la vuelta de mi casa. Los emails y herramientas como el WindowsLive o Skype me permiten estar en contacto permanente con las agencias que me derivan trabajo y con los clientes para realizarles todas aquellas consultas que considere pertinentes. Además, los buscadores como Altavista en primer término y Google en la actualidad, me permiten realizar consultas permanentes en lo que respecta a terminología y tengo acceso a textos reales que puedo usar como modelo o como fuente de vocabulario para mi trabajo. Además, existen varias comunidades de traductores (www.proz.com, por ejemplo) en las que se promueve un intercambio valiosísimo con colegas de alrededor del mundo para realizar consultas profesionales y compartir experiencias. Como incorporación final en los últimos años cabe mencionar la permanente aparición de nuevos programas de software para aplicaciones directamente relacionadas con las tareas del traductor, entre las que se destacan las memorias de traducción y las bases terminológicas que revolucionaron la forma de trabajar en nuestro ámbito.
En resumen, las TIC en mis actividades laborales como traductora se han convertido en un elemento prácticamente irremplazable y me cuesta creer que algunas herramientas que hoy uso con naturalidad y en forma permanente, hace cinco años no existían. Creo que en este aspecto me sentí identificada con el texto de Diego Levis donde cita las palabras de la CMSI “las TIC deben considerarse como un instrumento y no como un fin en sí mismas” Si bien Levis las utiliza como ejemplo de aquello que se dice pero que después no se plasma en acciones, en el caso de mi profesión, creo que sí logro cumplir con este objetivo. Son un instrumento que me ayudan a alcanzar mis metas a nivel laboral, que me abrieron la puerta a oportunidades que antes resultaban impensables como trabajar para agencias de traducción en lugares tan remotos como China o la India, desde la comodidad de mi casa en Bahía Blanca y que simplificaron muchos de los aspectos relacionados con la posibilidad de brindar un producto terminado de alta calidad a mis clientes.
Como docente, trabajo a nivel universitario enseñando a los estudiantes a desarrollar habilidades para poder leer textos en inglés relacionados con sus carreras. Los cambios más significativos que he notado en relación a las TIC en los últimos años podría resumirlos de la siguiente manera:
· Acceso a cantidades inconmensurables de información y material para utilizar con los alumnos, cuando antes todo se limitaba a aquello que podía obtener en la biblioteca de la universidad o que me acercaba otro docente de una materia específica
· Posibilidad de actualización constante del material utilizado para las clases. Esta característica me permite motivar a los alumnos ya que los textos utilizados son más significativos para su contexto y se puede lograr un aprendizaje más significativo. Este tipo de material sirve como disparador para intercambios entre alumnos que considero realmente muy valiosos y es uno de los objetivos que intento lograr en cada una de mis clases.
· Comunicación permanente con mis alumnos gracias al correo electrónico. Antes tenía horarios de consulta en un gabinete y el alumno tenía que acercarse en ese horario si quería conversar conmigo. Ahora sigo con los horarios de consulta “presencial” pero además pueden contactarme en cualquier momento enviando un email
Me sentí muy identificada con las reflexiones de Manuel Castells en su entrevista para educared y con el texto de Begoña Gros “De cómo la tecnología no logra integrarse en la escuela a menos que... cambie la escuela”. Castells menciona que la computadora es una condición necesaria pero no suficiente y que es necesario contar con acceso a Internet, entre otras cosas, para que realmente se produzca un cambio. Por su parte, Begoña Gros habla de los aspectos más problemáticos que deben abordarse y menciona dos especialmente significativos para mí: la necesidad de incorporar las computadoras a las aulas, y la de contar con una formación técnica y metodológica que permita hacer un uso de las TIC que no se limite a ser una copia de lo que se hacía hasta ahora, pero en un “entorno virtual”.
Como docente que intenta incorporar las TIC al aula, el principal obstáculo que encuentro es el acceso limitado que tienen los alumnos dentro de la universidad a las nuevas tecnologías. Existen “Laboratorios de computación”, en los que tienen que sacar turno, pueden usar la PC durante un tiempo muy limitado y en muchos casos, ni siquiera se les brinda acceso a Internet. Me gustaría que, como dice Begoña Ros, no existieran más los Laboratorios de Computación, sino que la computadora sea una parte integral del aula y así poder desarrollar y poner a prueba muchas ideas que generamos con mis compañeros de trabajo pero que muy pocas veces podemos implementar.
Además, he participado de varios proyectos en los que se intentó incorporar las TIC como parte del aprendizaje y, hasta ahora, siempre se ha caído en una duplicación de lo que se hacía en el aula. El entorno en línea se usaba como un simple reservorio de documentos o ejercicios que el alumno tenía que leer o realizar, pero sin ningún aporte que lo diferenciara de las clases presenciales tradicionales. Igualmente, creo que esos proyectos fueron el punto de partida para comenzar a generar cambios y sirvieron de experiencia y aprendizaje.
Actualmente participo de un proyecto de b-learning y espero poder aplicar los conocimientos que adquiera en la diplomatura a este nuevo emprendimiento.
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